14 de marzo de 2013

Leopoldo Torres Balbás, exposición en la Alhambra

Magnífica exposición, la que ha organizado el Patronato de la Alhambra y Generalife sobre Leopoldo Torres Balbás, en la cripta del Palacio de Carlos V.

Arquitecto-restaurador de la Alhambra entre 1923 (apenas con 35 años)  y 1936 ha sido el que más y mayor legado ha dejado en el monumento y en la ciudad de Granada.







Restauró la Torre de Comares, el Patio de Machuca, el Palacio del Partal, el Patio del Harem del Palacio de Leones, las Habitaciones de Washington Irving e incluso el Palacio de Carlos V y el Parador de San Francisco.

Pero en la ciudad de Granada también restauró prácticamente todo el legado musulmán que aun tenemos hoy: Corral del Carbón, Casas del Chapiz, Bañuelo, Palacio de Dar-al-Horra, Puerta de Bib-Rambla...

En otras provincias también: Alcazabas de Málaga y Almería, Baños árabes de Jaén...

En sus trabajos tuvo en cuenta cuestiones como el paisaje, la propiedad del monumento, e incluso la visita pública. Torres Balbás entendió la conservación de la Alhambra desde una visión compleja abordando temas como el paisaje interior y exterior, el mantenimiento y el papel del arbolado y del agua, el diseño y gestión de los recorridos o la adquisición de parcelas e inmuebles en el conjunto monumental (y en la ciudad de Granada) para asegurar su conservación y uso cultural.

Me quedo con algunas de las palabras expresadas por el mismo Leopoldo Torres Balbas sobre sus criterios de restauración arquitectónica:


Cada viejo edificio presenta un problema diferente y debe ser tratado de distinta manera. Es pueril dar reglas generales para la reparación de los monumentos que sirvieron a la par para una construcción romana, un templo visigodo, una iglesia románica, una catedral gótica, un edificio musulmán y un palacio del renacimiento; lo único útil y sensato es fijar una orientación general, y ésta creemos que debe ser la del máximo respeto a la obra antigua, conservando las fases y adiciones posteriores que tengan interés histórico, arqueológico, artístico  o monumental, huyendo lo más posible de añadir nada nuevo y diferenciando siempre lo añadido, para que nunca pueda confundirse con la obra antigua, al mismo tiempo que se procura atender al ambiente y al respeto artístico del edificio reparado.


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