Estos días estamos disfrutando en todos los cines de una excelente película francesa, que cuenta la verdadera historia de una humilde pintora de principios del siglo XX, Séraphine Louis, también Séraphine de Senlis. Una artista que jamás estudió pintura.
De orígenes muy humildes, huérfana muy pronto, fué pastora, y trabajó como sirvienta en la ciudad de Senlis.
En el año 1912 Wilhem Uhde (coleccionista y marchante interesado sobre todo en la pintura Naif) se trasladó a Senlis para descansar en la paz de esa vieja y pequeña ciudad de la Ile de France, cercana a Paris y, al mismo tiempo, alejada del Barullo. Cada mañana acudía Seraphine para limpiarle la vivienda. Uhde apenas se fijó en ella. Un buen día vió en una casa de Senlis un bodegón de manzanas que le llamó la atención. Preguntó el nombre del pintor. << ¡Es su asistenta Séraphine!>> Wilhelm Uhle reconoció la valía de Seraphine, y tras la primera guerra mundial, en la que permaeció huído, impulsó su producción artística, financió sus gastos, le organizó exposiciones y la dió a conocer en el mundo de la pintura francesa de principios del siglo XX.
Séraphine guardaba rigurosamente el secreto de su pintura. Nadie podía mirar cuando ella pintaba, cuando mezclaba los colores y preparaba el lienzo para que todo se efectuara con perfección artesana. Su técnica era completamente artesanal, mezclando pintura con cera de velas que cogía de las iglesias y pigmentos naturales, sangre, tierra,etc.
Pequeña, ajada, con mirada ardiente y oscura sobre su pálido rostro, pintaba en una especie de trance. Seraphine comenzó a pintar, según dijo ella misma, por indicación de los ángeles y la Virgen. Para ella el arte fue como una revelación. Para ella la pintura –igual que para Van Gogh- era un acto afectivo. Era como si se redimiera mediante el acto de la creación. Cuando salía del aislamiento de su habitación iba a hablar y abrazar a los árboles y las flores.
Séraphine pinta sus cuadros más inspirados al final de suvida y vende mucho, pero poco a poco cae en la locura...En 1934 murió en el asilo de ancianos de Clermont.
Seraphine, de Martin Provost ha ganado todos los Césares posibles (hasta 7) este año, galardones que otorga la Academia Francesa de cine y se ha convertido en la película favorita del país este año. La película lo merece, sobre todo la actriz principal Yolande Moreau.
(La casa de Séraphine Louis en Senlis)
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