5 de julio de 2010

Carlso Ruiz Zafón. "La Sombra del Viento" El CD

Esta música fué compuesta para no ser escuchada jamás. Escribí estas pequeñas piezas solo para mí, en parte para ayudarme a conjurar la atmósfera del relato y sus personajes, pero sobre todo para divertirme y airear la cabeza mientras trabajaba en "La Sombra del Viento". No tengo otra excusa que el hecho de que, si hay algo en este mundo que me guste todavía más que la literatura, eso es la música, y tal vez por eso hace ya muchos años contraje el vicio de ponerle en secreto música a mis historias. Son composiciones sin pretensión alguna y que nunca han aspirado más que a hacerles compañía a los personajes y a su autor en las largas noches de trabajo frente a la página en blanco. Esta música hubiera permanecido inédita de no ser por el interés y la curiosidad que desde hace algún tiempo lectores, editores y periodistas de numerosos países ha nvenido manifestándome al saber de su existencia. Vió la luz pública por pirmera vez en la primavera de 2004 en una edición limitada hecha por Penguin, mis editores de Estados Unidos. Pese a su entusiasmo y a los benevolentes comentarios de quienes escuchaban estas grabaciones, yo seguía poniendo en duda el posible interés que podía tener para el público en general. Meses después, a principios de 2005, supe que una emisora de música clásica de Estados Unidos había emitido el CD una noche como curiosidad. Al parecer, numerosos oyentes llamaron al programa para saber de qué compact se trataba para poder adquirirlo. El locutor tuvo que decirles que era una grabación exclusiva que no estaba a la venta. Al llegar la noticia a oídos del director de la cadena, éste estuvo a punto de despedir al locutor por haber emitido música que, según sus palabras "no se podía comprar". A raíz de esta anécdota, empecé a pensar que tal vez esta modesta banda sonora podía tener algún interés para los lectores de la novela que se sintiesen tentados de seguir explorando el mundo de la sombra entre bambalinas. Mientras las componía, me gustaba pensar que quizá éstas hubieran sido las piezas que Julián Carax, desde su empleo eventual como pianista de medio pelo en un burdel parisino, habría escrito para ilustrar las aventuras y desventuras de Daniel y Bea ,de Fermín y la Bernanda, de Penélope y de Nuria Monfort. Me queda el consuelo de que un CD siempre puede reciclarse como coqueto posavasos, y de que, si tan sólo un lector en todo el mundo se divierte escuchándolas una millonésima parte de lo que yo me diverí componiéndolas, habrá valido al pena rescatarlas de la fonoteca secreta del Cementerio de los Libros olvidados. Carlos Ruíz Zafón

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