29 de mayo de 2011

Las lágrimas de Carme Chacón

José Carlos Rosales para Paso de Cebra, Granada Hoy 29 de mayo 2011 He visto llorar a muchas mujeres y no estoy pensando en mi madre o en otras mujeres de mi familia. Estoy pensando en las mujeres que lloran en los espacios públicos y pienso que, lamentablemente, no hay que hacer demasiados esfuerzos para percibir, cuando menos se espera, las lágrimas de una mujer humillada o nerviosa, desbordada ante los desafíos y menosprecios de su jefecillo de turno en unos grandes almacenes, ante las peroratas absurdas del directorzuelo de un instituto anodino o ante las exigencias altaneras de un responsable político perdido en el profundo laberinto de su autosuficiencia. Las mujeres están acostumbradas a llorar. No todas, claro está; pero no hay duda de que llorar sigue siendo esa noble actividad en la que las mujeres llevan más horas de entrenamiento que los hombres. Nada que objetar. Llorar ya no puede entenderse como un signo de debilidad o de impotencia: las lágrimas no significan hoy lo que significaban hace décadas. Las lágrimas de ahora, sean o no femeninas, pueden significar compromiso y entrega, sinceridad, nobleza. Me parece que éste podría ser el caso de la Carme Chacón, ministra de Defensa del gobierno de España, cuando el pasado jueves, desde la sede central del PSOE, comunicó visiblemente emocionada, con lágrimas en los ojos, su renuncia a concurrir en las elecciones primarias de su partido. Su renuncia es la renuncia de alguien que ha encontrado demasiadas trabas en la consecución de sus propósitos, alguien que no ha tenido el apoyo de aquellos que decían apoyarla, una mujer que se sintió desbordada y sorprendida, desolada y sola. Las lágrimas de Carme Chacón fueron lágrimas públicas como públicas son tantas y tantas renuncias de esa infinidad de mujeres (anónimas y no tan anónimas) que, cada día, se ven desplazadas o arrinconadas (generalmente por hombres) sin que nadie diga ni media palabra. Porque una cosa es predicar y otra dar trigo. Y esa renuncia obligada de la ministra Chacón nos señala la frontera invisible entre las declaraciones pomposas y las verdaderas maneras de actuar de ciertas élites políticas que no acaban de creerse las leyes y reformas que promueven. Y el caso de Carme Chacón no es ni el primero ni el único (el grupo parlamentario andaluz de IU, por ejemplo, es muy paritario: cuatro hombres y cero mujeres). Espero que las intrépidas Bibiana Aído o Leire Pajín hagan mañana o pasado algún comentario público: ahora tienen la ocasión de decir algo sensato. No sé. Me hubiera gustado escuchar las ideas de Carme Chacón, que ganara las primarias de su partido, que fuera presidenta de España.

1 comentario:

Miguel Chamorro dijo...

Bufffff... Mejor no se podría decir. El futuro de una sociedad más justa o como se suele decir: "Otro mundo más justo es posible" pasa por un liderazgo femenino. Sencillamente, porque estáis más cerca del ser humano (lo llevais dentro durante nueve meses)
¡¡¡Bravo!!!