27 de enero de 2011

Isabel Allende. Paula

De Isabel Allende había leído antes "la Casa de los Espíritus", que disfruté muchísimo y que me recordó mucho al "Cien Años de Soledad" de García Márquez por el ritmo con que los dos cuentan los acontecimientos de la larguísima saga familiar.
...Hay tanto que leer en este mundo, que pasaron muchos años antes de volver a tener algo de Isabel Allende en las manos. Fué "Afrodita"... un batiburrillo de textos de los más variado...ameno, ingenioso y genial. De aquel libro me quedé con dos recetas: la dorada con pimentón y las manzanas asadas con dulce de leche. Utilizo las dos recetas con mucha frecuencia... no para conquistar a nadie, sino porque están deliciosas.
Antes de viajar a Londres, de nuevo me entró una neura... no tenía libro para leer durante el viaje, y de mi torre de libros urgentes de la mesilla de noche, no me apetecía ninguno en ese momento: tres de la Alhambra, uno sobre adolescentes, uno de Vargas Llosa y otro de Suanna Tamaro...
Pedí a Rosario, mi hermana, alguna recomendación, y me propuso Isabel Allende... tiene la colección completa. Me dejó un cuarto de hora sola en su biblioteca, y de todos, elegí llevarme "Paula", a pesar de que mi hermana me dijo que era el más triste y el menos "agil" de todos los de Isabel Allende.
"Paula" es una larguísima carta escrita por Isabel a su hija, durante una enfermedad que la tuvo en coma un año entero. Empieza con el interés de Isabel de ayudar a Paula recordar su propia vida y la de su familia una vez se recupere del coma, previsiblemente con alguna secuela.
Es conmovedor ver cómo Isabel se dirige a su hija en segunda persona, como si estuviera sentada en el pié de su cama, contándole todo...
"... conocí a la vidente más célebre de Buenos Aires... Al salir del comedor se me acercó manifestando que deseaba hablar conmigo en privado...Sin decir palabra la mujer se sentó en un sofá y me señaló el sítio a su lado, luego tomó mis manos, las retuvo entre las suyas por unos minutos que se me hicieron muy largos... y finalmente me anunció cuatro profecías que apunté en un papel y no he olvidado nunca: habrá un baño de sangre en tu país, estarás inmóvil o paralizada por largo tiempo, tu único camino es la escritura y uno de tus hijos será conocido en muchas partes del mundo... Ella pidió ver fotografías, las estudió por unos segundos y te señaló a tí, Paula. Como los otros tres pronósticos se cumplieron, supongo que también será verdad el último, eso me da esperanza de que no morirás, hija, todavía te falta realizar tu destino. Apenas salgamos de este hospital pienso ponerme en contacto con esa dama, si es que todavía vive, para preguntarle qué te espera en el futuro."
Cuando Isabel pierde toda esperanza de que su hija se recupere, cambia la narración y comienza a hablar de Paula en tercera persona... el libro ya no es una carta, sino una terapia que Isabel necesita para sobrellevar la larguísima enfermedad de su hija.
" Ya no escribo para que cuando mi hija despierte no esté tan perdida, por que no despertará. Estas páginas no tienen destino, Paula nunca podrá leerlas... el pasado completo de Paula surgía ante mí en rápidas imágenes. La ví en todas sus edades: recién nacida, desnuda y con los ojos abiertos, mirándome con la misma expresión alerta que tuvo hasta el último instante de su vida consciente; dando sus primeros pasos ...a los diez años, bailando como una marioneta enloquecida los ritmos de la televisión, y a los quince, recibiéndome con un abrazo forzado y ojos duros cuando volví a casa, después de una aventura fracasada...; con el pelo hasta la cintura en la última fiesta del colegio... la ví como un hada envuelta en los encajes de su traje de novia... doblada de dolor, con la cabeza en mis rodillas, cuando la enfermedad ya la había golpeado... Y la ví en esa madrugada fatídica , cuando empezó a morirse en mis brazos vomitando sangre. Aparecieron esas visiones como fotografías desordenadas y sobrepuestas en un tiempo lento e inexorable... Durante casi cincuenta años he toreado la violencia y el dolor, confiada en la protección que me otorga el sol de la buena suerte que llevo en la espalda, pero en el fondo siempre sospeché que tarde o temprano me caería encima el zarpazo de la desgracia. Nunca imaginé, sin embargo que el golpe sería en uno de mis hijos"
Isabel Allende se ha pasado la vida escribiendo cartas, sobre todo a su madre, de la que ha estado con frecuencia y por largos periodos de tiempo, separada. Casi se escribían a diario... Espero y confío que algún día podamos leer todos ese epistolario completo, ordenado cronológicamente.
Tengo en mi cabeza todavía el epistolario completo de Federico García Lorca, más de 1000 cartas escritas a lo largo de su vida, que me han desvelado muchas de las claves de su personalidad, que de otra manera no habría conocido....
Me he quedado tan enganchada con Isabel Allende, que quiero lo mismo de ella, conocer a esta apasionante mujer en lo más profundo, en la intimidad de una correspondencia que siempre se cree personal e inviolable.
También haré más viajes a la biblioteca de mi hermana...

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