Antes de noviembre de 1989...o era imposible, o era muy difícil cruzar a cualquier pais de Europa del Este...las fronteras eran realmente duras...yo, que vivía en Heidelberg, Alemania...ni me planteaba visitar ninguno de esos paises...solo los intentos de Berlin, de los que hablé en mi capítulo anterior.
Bien, después de la caída del Muro, por supuesto, en Alemania occidental, todos teníamos muchas ganas de "cruzar"...yo también, así que lo primero que hice fué visitar Praga...lo hice 4 semanas después... la experiencia fué brutal, tan impactada me quedé, que 3 semanas después me las ingenié para visitar Praga de nuevo...aquello no había cambiado casi nada...seguía siendo otro mundo, tan diferente a lo que conocía... os voy a dar algunos detalles, para que lo entendais...no quiero ser demasiado vanal, sólo quiero transmitiros las impresiones de una jóven estudiante durante unos días en Praga en el invierno de 1989...detalles que eran totalmente chocantes para mí:
Una de las cosas que más me sorprendió, y que incluso me dió cierto miedo fúe el hecho de que no me permitieran fotografiar la estación de trenes principal de la ciudad...me encantan las estaciones de tren, y las antiguas aún más, así que yo, toda inocente, saqué mi cámara...y llegó un militar a todo correr diciendo "Seguridad Nacional" ...
Pasé más hambre que en toda mi vida,por que los restaurantes, que los había, y bastantes, no estaban acostumbrados en ese momento a la "avalancha" de turistas que eramos...(lo digo irónicamente) y cuando llegabamos a comer a uno, nos respondían "que ya han servido las 250 comidas que tenían!"...resulta que en los paises comunistas, todo estaba tan controlado por el gobierno, que hasta se establecía cuánta cantidad de comidas servía un restaurante...y se distribuía materias primas en cantidad suficiente para tan solo esa cantidad de comidas...si se habían servido las 250 comidas destinadas para ese restaurante...el restaurante permanecía abierto... pero no servía más comidas...o por que ya no tenía mas materias primas...o por que ya se había acabado su trabajo...!así era!
Al final tuvimos que comer en un "night club"...pollo con patatas (sin darnos a elegir) o en los comedores universitarios, que fué finalmente nuestra solución...el precio de las comidas...!de chiste!...creo recordar que al cambio, cada almuerzo en el comedor universitario costaba 30 pesetas...
Los supermercados !increibles!... todas las etiquetas blancas, marrones, colores sencillos, sin fotos, nada llamativas, solo la información esencial...por supuesto, una sola opción de cada cosa...un modelo de pasta de dientes, un solo jabon en pastillas, yoghures...un solo tipo (con el paraiso de yughures que era Alemania occidental!...frutas y verduras...muy, muy feas...nada que ver con los mostradores de occidente!...
Las librerías...los libros todos iguales, sin ningún reclamo tampoco...había cosas en alemán, así que compré un libro, de Kafka (nacido en Paga, muy popular allí) "Das Urteil" "La Condena"...no he conseguido nunca terminarlo...en alemán... !imposible!...y compré los primeros CD´s de música clásica, un CD de arias que aún escucho hoy...
De Praga...nada más, una de las ciudades más bonitas del mundo (y esto NO lo digo con ironía, es la pura verdad)...si se me viniera algo a la cabeza, lo añadiré en "negrita"
Pero Berlin en la siguiente primavera fué también muy, muy interesante...seis meses después, aún las cosas no habían cambiado tanto:
Llegué a Berlín… estuve con Stefan …pasamos un fin de semana muy divertido… y me traje un pedazo de muro que arranqué yo misma…y que tiene todavía mi madre en la estantería de su salón…
Mi trozo de muro tiene un poco de pintura, pero solo un poco…resulta que el muro no era “solo un muro”…que había dos muros atravesando la ciudad, separados por una distancia de varios metro, algo parecido a una "tierra de nadie" del muro occidental, el de los grafittis no quedaba nada ya para mayo del año siguiente, pero del muro oriental sí quedaba algo…y ese era el que nos estabamos llevando todos poco a poco…para entonces, custodiado por policias, que nos permitían acercarnos al muro y coger un pedazo…
Eran aproximadamente 6 meses después de la apertura del muro…y en aquel momento, incluso para la gente que vivía en Berlin oeste, era una verdadera atracción visitar el Berlín Este…así que, con Stefan fuimos al Berlin del otro lado…ibamos una y otra vez…de hecho pasé más rato en Berlin Este que en el oeste…Stefan ya tenía algunos amigos de “ocupas” en casas de aquel lado… y fuimos a visitarles, una especie de comuna donde vivían unas 10 personas, sin luz ni agua…cogían la luz del cableado de la calle y el agua no sé cómo la cogían, dormían en colchones sobre el suelo y tenían la casa llena de telas de colores colgadas…no recuerdo mucho más de aquella casa ocupada…también recuerdo Alexanderplatz, el centro de la parte oriental de la ciudad en aquel momento y los “grandes almacenes”…los únicos de Berlin Este…que hoy no existen ya…muy “carcas”…si los comparamos con la opulencia del otro Berlin.
Recuerdo también paseando en bicicleta por la parte oriental de la ciudad, que había calles en las que parecía que la bomba de la segunda guerra mundial había caído ayer mismo…de verdad, no exagero…los escombros estaban simplemente retirados de la acera…nada más, la fachada todavía negruzca del humo…aquello fue de las cosas que más me impresionó, porque en casi 40 años había aun edificios que no estaban reparados!...de eso no había nada de nada en la Alemania Federal…seguro!
AÑADIDO DEL DIA 10 DE NOVIEMBRE 2009
Había olvidado los semáforos, tan graciosos, con el hombrecillo verde con sombrero y en movimiento...resulta que quedan hoy muy pocos de esos semáforos originanes...y se han convertido en un icono de aquella alemania...ahora, 20 años después, la gente los lleva en sus camisetas...
Y los coches...los famosos "trabbis" (de Trabbant), que todo el mundo tenía en la RDA. un coche pequeño de líneas cuadradas, que me recordaba al Seat 124...muy sólido, de casi hierro forjado...a aquellos cohes no les ocurría nada de nada!! ...las puertas se abrían como los primeros seiscientos, para alante y las manivelas para abrir las puertas eran muy diferentes, había que moverlas, como el pomo de una puerta...por dentro los coches eran incomodísimos, con los asientos muy estrechos...me gustaría saber cuántos funcionan hoy por aquellas carreteras...
No he visitado ni Praga ni Berlin desde entonces, hace ya 20 años!! quiero pensar que ahora ya nada es ni parecido...me gustaría volver y ver todo lo que han cambiado...
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