El primero: “Me llamo Rojo”, de Orhan Pamuk… lo terminé hace un par de semanas, me encantó…un libro muy atípico…la historia la van contando en primera persona todos los personajes implicados…uno por uno, te van dando la sucesión de acontecimientos, capítulo a capítulo. Termina uno, y continua con la historia el siguiente: El primero que habla es el asesinado, uno de los cuatro ilustradores a los que se encarga en secreto un nuevo libro para el sultán…que debe competir con las pinturas que se estaban haciendo en ese momento en Europa… y a partir de ahí, Negro, el investigador; Seküre, el amor de Negro desde la infancia; y los demás ilustradores: Mariposa, Aceituna y Cigüeña (que son los sospechosos).
Ese es uno de los “argumentos” del libro…porque el segundo es el amor entre Seküre y Negro…un amor platónico, de los que realmente te crees que tenían que ser así en aquellos tiempos (yo diría que incluso hoy en muchos países también tiene que ser así)…!pobres mujeres!...y como fondo de todo ello, el tercer argumento, el de la pintura, la religión, lo permitido y no permitido y el conflicto oriente-occidente, visto desde la perspectiva de la pintura y en el siglo XVII…
Cuando en occidente (Europa) los pintores hacía retratos, representando todo lo bien que podían las facciones y la expresión del representado, donde pintaban todos los elementos del cuadro en perspectiva…y donde la pintura buscaba reflejar la realidad de lo que veía el pintor… en oriente (Turquía y los países de Oriente Medio) solamente permitían las ilustraciones de los libros…pero no de cualquier manera, sino como mandaban los cánones: las temáticas tenían que ser las historias y leyendas tradicionales (Husrev y Shirin); la belleza…aproximárse lo máximo posible a las facciones orientales; las escenas, siempre eran las mismas, repetidas… de hecho los ilustradores debían repetir una y otra vez las mismas ilustraciones permanentemente… casi aprendían a pintar a fuerza de entrenar la mano (en el libro se dice que podían realizar una ilustración a ciegas...la mano pintaría sola; la perspectiva no existía…el Sultán siempre era representado el más grande en toda la ilustración ¡sin excepción! Y no se permitía ningún tipo de diferenciación, el “estilo” del pintor estaba totalmente prohibido…apasionante!
El mismo día que fui a la Biblioteca Pública a devolver los dos libros de Pamuk que había tomado prestados unas semanas antes, quise pillar algún libro nuevo…y pregunté al mismo hombre que me atendió si me podía recomendar alguna novela…(¡que pregunta más tonta!)…claro, el tipo no supo qué recomendarme…me dijo que “para gustos…los colores!” Y tenía mucha razón…entre tanto libro ¿qué recomendar?... me dijo que no podía ayudarme…pero “siempre nos quedará Delibes”…!que oportuno!...
Me fui a la estantería de los libros de Pamuk, me habría llevado “El Castillo Blanco”…pero no lo encontré…así que pensé que me iba a ir con las manos vacías…y de repente me acordé de un día, hace muchos meses, que ví a un montón de gente, casi 40 personas en el bañuelo haciendo algún tipo de visita guiada…todos llevaban un libro... un nombre muy atractivo para un libro:
“El perfume de Bergamota”, de José Luis Gastón Morata... (Lo pille, es el segundo libro que he leído): cuatro días de octubre en Granada en 1392. Hamet, un médico del Maristán es llamado para atender al mismísimo sultán de Granada, que, por lo que parece, ha sido envenenado a través de la piel…(hasta ahí puedo leer)… lo mejor, las pequeñas clases de historia de Granada que te va dando el libro capítulo a capítulo…
El autor se basa en hechos reales, pues realmente Yusuf II ("el efímero", pues solo reinó dos años) parece que realmente murió envenenado por una aljuba (una vestidura de mangas cortas) que según la leyenda le envió el sultán meriní de Fez como regalo diplomático...
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